viernes, 18 de marzo de 2016

Etimología

Aquellos que tuvimos la oportunidad de que el latín presidiera nuestro currículo de asignaturas nobles, recordamos el inmenso valor de la etimología de las palabras.

Se me viene a la cabeza el origen de la palabra corrupción, no solo por estar de “radiante” actualidad, también por la belleza de su composición (y entiéndase ésta en sus términos linguísticos). Del latín corruptio, corruptiönis, prefijo de intensidad con- y rumpere “romper, hacer pedazos”.

Queda claro tras desmenuzar su composición el sentido destructor de la misma, derivada de la degradación por abandono de alguna cosa. Los ingenieros hablan de la corrupción de materiales cuando se produce la alteración de la pureza de una sustancia, bien por desmembración, por su mezcla con otras sustancias o desviación en la evolución natural del material.

La corrupción política refiere el abuso de poder en la función pública para beneficio personal, generalmente de forma secreta y privada. Lo contrario es la transparencia. Y partamos de la base de que todos los gobiernos, desde su naturaleza humana, son susceptibles de ser corruptos.

A partir de aquí, se abre un mundo inusitado de formas y maneras, desde la malversación hasta la prevaricación, pasando por el nepotismo, la extorsión, los fraudes, la falsificación, los sobornos o el uso ilegítimo de la información privilegiada. Múltiples ángulos de distorsión y desajuste.

Jeffers (1962) poeta estadounidense decía que la corrupción no era obligatoria, introduciéndonos en la voluntad, aspecto sobre el que me gustaría incidir, y que nos dirige hacia una u otra dirección determinada. 

Entre las causas que conducen la corrupción se señalan la carencia de conciencia social y la falta de educación en la cultura del compromiso. Merecería la pena, dada la presencia generalizada de corruptelas varias, introducir estos tintes dentro del curriculum académico de nuestros jóvenes, de igual manera que volver al estudio de una lengua que si bien muerta por la falta de hablantes, está completamente viva por el acierto en el reflejo de la realidad.