lunes, 1 de septiembre de 2014

Cabañuelas

El hombre es animal de rutinas. Rutinas que necesitan de previsiones certeras y ciertas. Que puedan asegurar que la marcha de las cosas no se alterarán más allá de un arco razonable, y por tanto manejable, que evite las sorpresas desagradables y afirme la necesidad de encontrarnos en un entorno seguro y acogedor (“nada como en casa”).

De entre los análisis predictivos, tal vez los más comunes son los del tiempo atmosférico, que nos hacen llegar a través de la televisión o la radio. Y entre ellos, por educación, al que mas unión sentimental ofrezco, es al de las Cabañuelas.

Método utilizado por los hombres de campo, y según el cual confiaban desde el tiempo de la siembra hasta el de la siega, se basa en la observación de las formas de las nubes, dirección del viento, características del Sol, la Luna, las estrellas, la niebla, el rocío de la mañana, el arco iris o el granizo, durante los primeros 24 días de agosto de cada año y así pronosticar qué tiempo será el que se disfrutará en los próximos doce meses, siendo los primeros doce días pronósticos de los meses en orden numérico ascendente (1=enero; 2=febrero, etc.) y los segundo doce días, pronostica los meses en orden numérico descendente (13=diciembre; 14=noviembre; etc.).

Uso antiquísimo, me llama la atención el anhelo desde tiempos remotos de conocer el futuro en todos sus aspectos para poder establecer el comportamiento a seguir; tal vez haya sido la falta de predicción en el estallido de la crisis económica el factor mas desestabilizante de la recesión: la falta de patrones para reaccionar a tiempo y procurar éxito en la respuesta.

Las personas de mas de 40 años, jóvenes todavía, en el paro, además de encontrarse con dificultades para proseguir con el desarrollo de una vida iniciada ya con pareja e hijos, se enfrentan con la incertidumbre de no estar preparadas para una situación desconocida en casi 75 años, período de tiempo suficiente para grabar en el colectivo una forma de actuación ordinaria. De ahí la importancia del “reinventarse” o arriesgar en otros escenarios, abandonando el que nos resulta más protegido por su proximidad.

Evidentemente, la falta de fiabilidad del procedimiento descrito acerca del tiempo atmosférico es, total, pero no por ello dejo de enredarme en el juego y llenar mis días estivales con algo más que la lectura y el abandono total al dolce far niente. E informo: nos espera un 2015 cálido como pocos y de sequía pronunciada. Novedad, si no fuera porque vivimos en un país mediterráneo, y años como éstos son cíclicos en nuestra meteorología.