¿qué les ha pasado a algunos para
rechazar a Serrat y abrazar a Otegi?
Hoy
he abierto mi cuenta de Facebook y me he encontrado con la reflexión que arriba
apunto y que, lejos de ser simple, guarda la consecuencia de una realidad que
nos circunda: la irresponsabilidad y la falta de memoria, derivada de la infantilización a la que
estamos asistiendo propia de una sociedad satisfecha que ha rechazado el
esfuerzo que supone educarse, trabajar en informarse, en tener criterio propio
y pensamiento crítico.
La
canción “La, la, la” que llevó a España a ganar el festival de Eurovisión en 1968 quiso ser defendida en primer lugar por Serrat (*), y no pudo
serlo por su
empecinamiento en cantarla en la lengua en la que originalmente se compuso: el
catalán. En aquellos años nuestra situación política era distinta, muy ajena a
la defensa y reconocimiento de la diversidad cultural que hoy vivimos en nuestro
pais. La carrera del cantante del Poble
Sec se ha desarrollado en tiempo de democracia en ambas lenguas, sin encontrar
en la utilización de ambas rechazo alguno por parte de su público cuando en sus
conciertos ha optado por interpretar sus composiciones en su legua de
nacimiento. Tal vez sea el mejor ejemplo de que la convivencia es posible y
bienvenida.
Arnaldo
Otegui (*) tiene en su haber la pertenencia a la banda armada ETA con
intervención directa en la explosión de una gasolinera, robos a vehículos y secuestros.
Su participación política la realiza desde formaciones de línea mas que
radical, Herri Batasuna primero, Euskal Herritarok, y Batasuna. A esto hay que
añadir, sus estancias en la cárcel, cumpliendo diversas condenas derivadas de
su actividad hacia la libertad de las personas y participación en actos acordados
por nuestra sociedad como ilícitos.
Las
dos trayectorias tienen en común pertenecer a personas que se declaran
nacionalistas, pero se diferencian en su adaptabilidad al contexto en el que
viven, poniendo de manifiesto la intrasigencia de los patriotismos regionales
cuando no son capaces de sumar, y sí de restar.
Oponerse,
derrocar, derribar es muy sencillo, la negación es fácil: solo necesita
verbalizarse. Construir es lo difícil, puesto que significa diálogo constante, trabajar
en el ceder, buscar el punto intermedio. Estar en disintonía está de moda; puede hasta enmarcarse en una de las muchas campañas publicitarias manipuladoras
que sobrestiman la juventud y las respuestas rebeldes, poco estudiadas e
invocadoras de sentimientos primarios.
Debajo
de estas líneas os dejo el recorrido de las dos biografías que dan titulo a la entrada de hoy y utilizadas para la confección de este texto. Espero
que resulten lo suficientemente ilustrativas para formar una opinión
independiente y veraz.