martes, 5 de diciembre de 2017

Construcción social

Berger escribe junto a Thomas Luckmann en 1966 La construcción social, obra indispensable para la persona que quiera profundizar no solo en la gestación de los movimientos sociales, sino también en la sociología del conocimiento, que articula en último lugar, la utilización del lenguaje.

Según los autores, el lenguaje construye enormes edificios de representación simbólica que parecen dominar la realidad como gigantescas presencias de otro mundo. La intersubjetividad que sustenta el habla cotidiana se basa en el conocimiento previo, la interacción de las personas, la realidad que las circunda y las experiencias vividas. 

Es en este marco conceptual en el que se mueven los impulsos nacionalistas en la redefinición constante de las diferentes categorías de institucionalización de la realidad. Este hecho en sí no seria preocupante sino supusiera la destrucción del consenso general y la deformación en la visión de los hechos. Una construcción social caracterizada por la falsedad y la tendenciosidad en la mirada.


El lector se preguntará llegados hasta aquí por el mecanismo que provoca el proceso de desconstrucción: si conocemos su tipificación, también deberíamos saber cómo poder evitarlo, o mejor, cómo eludir sus efectos, cómo prevenirlos. 

En primer lugar, debemos ofrecer a la persona un sentimiento de pertenencia a un grupo de manera inequívoca, que aleje el sentimiento de amenaza hacia su propia identidad como comunidad. Un paso siguiente y necesario es la gestión adecuada de los recursos sobre los que se edifica el sentimiento nacionalista: idioma, cultura y fronteras. Para terminar, ofrecer la garantía suficiente al desarrollo de la identidad particular alejándola de toda tentación de individualización, no porque ésta sea negativa, sino porque la misma va acompañada de enfrentamiento en forma de oposición y supremacismo. 

Es necesario establecer un relato común que nos una, recuperando la competencia Educación por parte del Estado; la Constitución debe ser reformada para reconocer la riqueza cultural que aportan las diferentes identidades que forman parte de España, despojándolas de la personalidad jurídica que las hace portadoras de derechos y procura desigualdad entre ciudadanos. En último lugar, seria recomendable el desarrollo de un sistema federal simétrico que no dispare aspiraciones letales.