domingo, 29 de enero de 2017

Estado del Bienestar. Economía Política

El Estado de Bienestar de la parte del mundo occidental que habitamos se basa en la intervención del estado en la economía, para una redistribución de la riqueza que mejora las condiciones de vida de la población, hallándose íntimamente ligado al sistema de toma de decisiones.

El Estado del Bienestar, con su vocación de protección hacia el ciudadano a lo largo de su vida presenta una  base distributiva que se distancia de ley del beneficio propia del capitalismo, sistema económico en el que se sustenta y del que se alimenta.

Tan íntimamente se hallan unidos, Estado del Bienestar y capitalismo, que cuando el último entra en crisis, el primero se resiente y solo hay que ver los recortes que se han producido en los últimos años en ayudas sociales, las mismas que ayudan a tejer una maraña social lo mas uniforme en sus índices económicos y que sostienen a su vez, al sistema democrático. Es decir, el uno alimenta al otro, y el otro ayuda a que el orden se preserve y pueda desarrollarse la dinámica de la ganancia sin grandes sobresaltos.

Un Estado del Bienestar vive de las recaudaciones fiscales que obtiene de los ciudadanos. Si seguimos dando como bueno el criterio nivelador que propone, el que mayor beneficio obtiene debe ser el que aporte mas a la caja, y ello pasando por encima de la legitima reclamación del esfuerzo en la inversión para producir riqueza. A su vez, también resulta lícito, compensar a los emprendedores con ventajas fiscales que les ayuden a seguir promoviendo riqueza que pueda ser redistribuida con posterioridad. La ecuación parece sencilla, si no existiera el mercado con sus leyes despiadadamente crueles que lejos de nivelar provoca que los extremos estén cada vez más alejados. En la última encuesta acerca de la riqueza en España, lo primero que destaca es que los polos de la tabla se han distanciado: el pobre es más pobre, y el número de ricos ha crecido. Es decir, se ha roto la base social que construye el Estado del Bienestar y con el, el orden que necesita el sistema capitalista en nuestros días para sobrevivir en un sistema donde las mayorías crean las decisiones.

Para recomponerla, es el Parlamento Nacional quien con la aprobación de directrices correctoras, debe minimizar ese distanciamiento entre vecinos, actuando como regulador del mercado, tal y como lo pudiera hacer la ley de la oferta y la demanda. Cuando este deja de actuar como árbitro de la situación, resulta permitido cuestionarse la vigencia de la institución.

Esta es la razón principal argumentada por los movimientos extremistas para el desmantelamiento del Estado, y que hasta a cualquier lector algo sensible, le pueden resultar del todo razonables, sino fuera porque las alternativas que existen no aseguran la supervivencia de ciertos valores fundamentales (libertad, supremacía del Derecho,..) que tenemos por establecidos y conquistados.

Una vez mas, todo depende del enfoque. Como bien señala Carlos Tapia, “Los términos izquierda y derecha no están desfasados (…) sirven para explicar una aproximación a la realidad”.

Buen inicio de semana.