lunes, 23 de junio de 2014

2016

Es la fecha pronosticada por Karsten Gerdolff, presidente de la Fundación para el Software Libre de Europa para que Facebook desaparezca del mundo de las redes sociales. Esta afirmación la realiza en su preocupación por la seguridad de nuestros datos en la red, y ante el hecho de que algunas corporaciones roban información de los usuarios.

Este espacio de encuentro nació para poder localizar amigos, compartir las imágenes que configuran nuestras vidas, aumentar nuestros conocimientos sociales e informar acerca de nuestro “modus vivendi” (podríamos hablar de la cantidad de relaciones que se han ido al garete ante la publicación del desliz). Hoy en día, con la incorporación del mundo de la empresa, Facebook se muestra como una herramienta útil para el lanzamiento de productos y la obtención de feedback por parte de los consumidores. La industria de la opinión también logra sacar su tajo, ya que el usuario elige y distribuye las noticias que quiere hacer resaltar a su entorno.

Pendientes de incorporación al mundo de la red social por autonomasia se hallan Africa y en menor medida, China (*), si bien el habitante asiático se caracteriza por ser mas espectador que productor, característica primordial para participar del mundo Facebook.

Es esta última dimensión la que me interesa resaltar. El Sr. Gerdolff peca de heliocentrismo occidental al adelantar tal fecha de caducidad, puesto que esta red social ha sufrido su propia evolución. Se ha mostrado mas que útil para convocar movimientos sociales tanto en Africa del Norte (v.  la revolución que propició la ascensión de Morsi a la presidencia egipcia) como en países musulmanes del Oriente Medio, donde la posibilidad de un espacio público para mostrarse en el caso de las mujeres, la hace ganar adeptos todos los días. En el Japón, este punto de reunión se muestra como herramienta de expresión individual que descongestiona la encorsetada sociedad nipona.

Por esta habilitación de escenarios para mostrar derechos y expresión de libertades en un mundo con individuos cada día más conscientes de su capacidad para intervenir en los procesos sociales y políticos, se me hace muy difícil observar la tesis de trabajo de su finiquito. En mi paupérrima opinión, sí se producirá una evolución en el formato (de la misma forma que lo ha hecho Twitter). El usuario acabará conformando, a través de una selección mas cuidadosa, una mayor seguridad en el intercambio de datos sensibles. Y yo quedaré atenta por lo que pueda afectar a este humilde diario.

(*) China tiene sus propias redes sociales, Xiaonei y Zhanzuo. Hay que añadir problemas de censura por los contenidos, reticencias por entrar en una red tan amplia e internacional, e incluso de imitación en el azul del logo.


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