Es la fecha pronosticada por Karsten Gerdolff, presidente de
la Fundación para el Software Libre de Europa para que Facebook desaparezca del
mundo de las redes sociales. Esta afirmación la realiza en su preocupación por
la seguridad de nuestros datos en la red, y ante el hecho de que algunas
corporaciones roban información de los usuarios.
Este espacio de encuentro nació para poder localizar amigos, compartir las
imágenes que configuran nuestras vidas, aumentar nuestros conocimientos
sociales e informar acerca de nuestro “modus vivendi” (podríamos hablar de la
cantidad de relaciones que se han ido al garete ante la publicación del desliz).
Hoy en día, con la incorporación del mundo de la empresa, Facebook se muestra
como una herramienta útil para el lanzamiento de productos y la obtención de feedback
por parte de los consumidores. La industria de la opinión también logra sacar
su tajo, ya que el usuario elige y distribuye las noticias que quiere hacer
resaltar a su entorno.
Pendientes de incorporación al mundo de la red social por autonomasia se hallan Africa y en menor medida, China (*), si bien el habitante asiático se
caracteriza por ser mas espectador que productor, característica primordial
para participar del mundo Facebook.
Es esta última dimensión la que me interesa resaltar. El Sr.
Gerdolff peca de heliocentrismo occidental al adelantar tal fecha de caducidad, puesto que esta red social ha sufrido su
propia evolución. Se ha mostrado mas que útil para convocar movimientos
sociales tanto en Africa del Norte (v. la
revolución que propició la ascensión de Morsi a la presidencia egipcia) como en
países musulmanes del Oriente Medio, donde la posibilidad de un espacio público
para mostrarse en el caso de las mujeres, la hace ganar adeptos todos los días.
En el Japón, este punto de reunión se muestra como herramienta de expresión individual que
descongestiona la encorsetada sociedad nipona.
Por esta habilitación de escenarios para mostrar
derechos y expresión de libertades en un mundo con individuos cada día más conscientes de su capacidad para intervenir en los procesos sociales y políticos, se me hace muy difícil observar la tesis de trabajo de su
finiquito. En mi paupérrima opinión, sí se producirá una evolución en el formato (de la misma
forma que lo ha hecho Twitter). El usuario acabará conformando, a través de una selección mas cuidadosa, una mayor seguridad en el intercambio de datos sensibles. Y yo quedaré atenta por lo que pueda afectar a este
humilde diario.
(*) China tiene sus propias redes sociales, Xiaonei y
Zhanzuo. Hay que añadir problemas de censura por los contenidos, reticencias por entrar en una red
tan amplia e internacional, e incluso de imitación en el azul del logo.
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