martes, 15 de abril de 2014

Vacaciones (*)

Mis hijos andan de vacaciones. Es Semana Santa, y la finalización de un trimestre merece un descanso antes de enfilar lo que queda de curso.

Los niños quedan en casa, y la pregunta es qué hacer con ellos. Muchos padres corren en la búsqueda de campamentos, actividades o visitas mil a otro millar de sitios.

No sé si será por la edad, pero los míos, a la pregunta de qué queréis hacer, me responden: estar en casa. Me imagino que soy de las privilegiadas. Al parecer no necesitan de mas estimulación que la que procura la tranquilidad de saberse en un entorno caliente y acogedor. Y es que después de las clases, acuden a natación, judo, apoyo en clases de idiomas, fotografía y diseño por ordenador. Es decir, los tengo machacaditos todo el día para que me permitan a mí seguir peleándome con este horario tan infernal que me tiene al borde de una navaja para sacarme las venas.

Ser madre trabajadora hoy es un riesgo de resultados incalculables; siempre lo ha sido.  Difícil poner en una báscula a tus hijos y tu trabajo; tener que elegir.  

No se entiende cómo pretenden que los haga buenos ciudadanos cuando no puedo pasar tiempo con ellos; cuando no tienen a su modelo más cercano explicándoles lo que resulta permitido, permisible o realmente enriquecedor.  La adaptación de mi horario laboral a su horario escolar ayudaría en poco,  porque dado el debate actual de minorar las horas presenciales en los colegios al mas puro estilo nórdico, la reducción proporcional de mi sueldo no nos dejaría ni para pipas.

Lo bueno de los críos es que lo perdonan todo, y que, con suerte, crecen bien a pesar de todos los vientos que los sacuden. A mi, me desean una buen día de trabajo cuando cierro la puerta dejándoles con el cola-cao en el vaso, y me ofrecen un beso cuando llego de noche reventada con los zapatos de tacón en la mano.

Feliz Semana Santa.


(*) el  contenido de este blog recoge la petición expresa de una buena amiga, que solo ve a sus hijos a primera hora del día y cuando llega a casa para cenar. Le he propuesto infinidad de veces que cambie de trabajo. Lo malo es que es buena haciendo lo que hace y le gusta.

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