Vivo en un pueblo. Con todas las ventajas y desventajas que
ello presenta. Aire puro, tranquilidad, cero stress, mala comunicación, acceso complicado a ciertos recursos y nula
inspección de mi bolsa de basura.
Mis padres viven en la capital. Y además de soportar un
impuesto totalmente abusivo, también
deben sufrir revisiones periódicas de los residuos que depositan en las distintas bolsas de colores dispuestas para ello, para comprobar que cumplen con la ciudadanía, siendo amenazados con multa coercitiva de no observar escrupulosamente el número de pantone elegido para estos menesteres.
Viendo todo este comportamiento que puede llegar a ser
neurótico (veo a algunos amigos
míos persiguiendo las distintas partes
de cualquier deshecho para no errar con su destino final), me pregunto si tanto
esfuerzo merece la pena. Por un lado,
tan solo hay que echar un vistazo a la enorme industria creada en torno a
nuestros desperdicios, a los numerosos
puestos de trabajo y a la conciencia de que mantener nuestro alrededor limpio
es un plus (sobre todo en un país en el que los bajos de la barra de un bar eran todo un canto a lo que tu madre nunca te
dejaría hacer en casa,….). En otro,… tanta
obsesión no puede ser buena. Sobre todo si ha caído como actividad merecedora
de carga impositiva. Por lo que significa de actividad dirigida, que no
simplemente “sugerida”.
Esto me lleva irremediablemente a la Teoría Conspirativa del Calentamiento Global. No me he vuelto loca.
Existe. De lectura más que
interesante. Según la misma, este fenómeno, lejos de ser cierto, sería un
artificio para distraer a la opinión pública de lo que verdaderamente mueve al
poder. Apunto mas abajo enlace ilustrativo
de lo que he enunciado. Cada cual es libre de creérselo o no. Yo mientras
tanto, me alegro de que nadie venga a violar mi privacidad en forma de restos con criterios recaudatorios. Y como el reciclaje es en el fondo el mejor provecho de los recursos disponibles, dejo una receta para no tirar el turrón
blando de almendra que haya podido sobrar de las pasadas Fiestas. Disfrutadla.
Para más información:
PESTIÑOS DE ALMENDRA.
Se añade medio vaso de leche a la tableta de turrón que previamente habremos hecho trozos más o menos pequeños, y añadimos una cucharadita de anís (en especia). Lo pasamos por la trituradora hasta obtener una pasta con consistencia tal, que podamos depositarla en obleas tipo "La Cocinera", que sellaremos en forma de triángulo. Lo pasamos por aceite hirviendo,.. hay q conseguir un dorado rápido de la oblea,.. no tanto del relleno,.. y una vez bien escurridas,.. las bañamos en miel. Buenísimos,... garantizado.
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