O como se repliega uno en sí
mismo para autoprotegerse de las
amenazas del exterior.
A dos meses de las elecciones
europeas, se observa un ascenso de populistas y extrema derecha. Y claro,
preocupa. Una vez más, el culpable: el
inmigrante. Cosecha ésta de tiempo de
crisis. Ya se sabe: cuando no se admite que las cosas no se han
hecho como debían, siempre se mira la
paja en ojo ajeno.
Propongo normalizar este tipo
de reacciones, interiorizar este
comportamiento como algo natural en el ser
humano para poder así enfrentarlas mejor. Al fin y al cabo es un grupo protegiéndose de
lo que creen les llega del exterior, cuando un análisis más detallado encuentra las
razones para el caos dentro de ellos
mismos.
La segunda condición para reunir
tortugas es su escaso nivel cultural. Cuanto menor sea su nivel de educación,
mayor será la intolerancia hacia el extranjero y menor su comprensión de una realidad plagada de
interconexiones y matices como la actual. En un fenómeno de retroalimentación, a menor formación, mayor violencia en el comportamiento.
La educación en Italia durante el régimen Fascista fue
intervenida por el gobierno totalitario, como medida de control. Conscientes
como eran de que la
ilustración de las mentes podría restarles apoyo en unos argumentos totalmente
lineales e infantiles, decidieron optar por una férrea vigilancia sobre lo que
supusiera un peligro para su supervivencia.
Como el reptil, estos fenómenos radicales se
defienden de las condiciones extremas atrincherándose bajo el caparazón. Y como la actividad metabólica de estos
animales, su desarrollo depende de la temperatura externa o ambiental.
No hay comentarios:
Publicar un comentario