martes, 18 de marzo de 2014

El efecto "tortuga"


O como se repliega uno en sí mismo para autoprotegerse de las amenazas del exterior.

A dos meses de las elecciones europeas, se observa un ascenso de populistas y extrema derecha. Y claro, preocupa.  Una vez más, el culpable: el inmigrante.  Cosecha ésta de tiempo de crisis. Ya se sabe: cuando no se admite que las cosas no se han hecho como debían, siempre se mira la paja en ojo ajeno. 

Propongo normalizar este tipo de reacciones,  interiorizar este comportamiento como algo natural  en el ser humano para poder así enfrentarlas mejor.  Al fin y al cabo es un grupo protegiéndose de lo que creen les llega del exterior, cuando  un análisis más detallado encuentra las razones para el caos dentro de  ellos mismos.

La segunda condición para reunir tortugas es su escaso nivel cultural. Cuanto menor sea su nivel de educación, mayor será la intolerancia hacia el extranjero y menor su comprensión de una realidad plagada de interconexiones y matices como la actual. En un fenómeno de retroalimentación,  a menor formación,  mayor violencia en el comportamiento.

La educación en Italia durante el régimen Fascista fue intervenida por el gobierno totalitario, como medida de control. Conscientes como eran  de que la ilustración de las mentes podría restarles apoyo en unos argumentos totalmente lineales e infantiles, decidieron optar por una férrea vigilancia sobre lo que supusiera un peligro para su supervivencia.

Como el reptil, estos fenómenos radicales se defienden de las condiciones extremas atrincherándose bajo el  caparazón.  Y como la actividad metabólica de estos animales, su desarrollo depende de la temperatura externa o ambiental.

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